sábado, 6 de febrero de 2010

LA MUJER, UN MONSTRUO DESENCADENADO


Por una frecuente operación metonímica que confunde el nombre del creado con el del creador, (aunque en la novela de Mary Shelley el monstruo no tiene nombre), para la posteridad, y en especial, luego de las versiones cinematográficas, se lo nombra a partir de su hacedor, el doctor Víctor Frankestein. Éste tiene el ensueño fáustico de crear la vida, pero se horroriza ante su resultado. Su criatura abandonada a sí misma, busca amor pero sólo despierta terror y persecución de los seres humanos. Desesperada, se venga de su ingrato creador matando a cada uno de sus seres queridos. Finalmente, a cambio de cesar su carnicería pide al doctor que le cree una compañera que sería el único ser que no lo rechazaría. Pero Frankestein no accede y le da una frenética cacería hasta el fin del mundo. El monstruo es diabólico, pero es probable que genere sentimientos contrapuestos de odio y compasión.

¿No es extraño que haya sido una mujer la creadora de uno de los monstruos más conocidos de la Modernidad?

Se podría hipotetizar que Mary Shelley vió en las desventuras del monstruo el espejo de la propia condición femenina, que --fruto de la educación recibida-- sentía claramente sometida. Una de las posibles etimologías de monstruo es el verbo latino "monstrare" o sea, "yo muestro". Y éste nos mostraría una sujeción que había estado invisible por milenios. La autora podría haber sentido una oscura atracción hacia su personaje, en quien al modelarlo, prefiguraría las desdichas pero también la rebeldía de un sujeto crucial de la Modernidad. Junto con el proletariado y más tarde los jóvenes, la mujer se reveló como una de las fuerzas desatadas que dieron el perfil de la época industrial. No es casual que Mary haya subtitulado la novela como "el moderno Prometeo". Al igual que el titán del mito griego, que arrebató el fuego a los dioses para dárselo a los mortales, la existencia de una vida creada por un humano significa un desafío al orden y la autoridad divina. Pero el Prometeo más conocido (o hecho conocer para las humanos de la posteridad) es el castigado por su audacia, encadenado y torturado. Sin embargo, Mary había leído la tragedia "Prometeo liberado" escrita por su marido, en la que dio forma a un acariciado ideal del Romanticismo. En ella, el titán sale del cautiverio cuando Zeus es derrocado. Es posible imaginar que con el subtítulo Mary sugiere al titán de la rebeldía victoriosa. Soñaría así con un futuro en el que la mujer no sólo enfrentaría los poderes que la subordinaban si no que conquistaría su entera libertad.

Claro que la novela tematiza asuntos de manera más directa. Quizá el más llamativo es que anticipa en dos siglos cambios científicos y tecnológicos que aún hoy están en pañales: la ingeniería genética. De todos modos, Mary Shelley inició una firme tradición de presencia femenina en la creación de obras de los géneros fantástico, ciencia ficción, indagación policial, etcétera. Con ello, abrió camino a la participación de la mujer en la producción literaria y a su reconocimiento social.